Dícese del halo de misterio y secretismo que debe envolver, por tradición y tonteriísmo, todo lo relacionado con la boda. En primer lugar y principalmente, el vestido de la novia. Pero también, el peinado, los zapatos, los complementos, etc. Además, la organización del evento y demás detalles, deben mantenerse ocultos a los invitados. Y, a su vez, alguna tontería más que tengamos preparada para los invitados y que no queramos desvelar ni siquiera a nuestras familias.
Los síntomas de esta extraña dolencia, se acentúan a medida que se aproxima la boda, pues hay más secretos y misterios. Si usted ha notado que, antes de hablar, mira a un lado , luego al otro con interés y desconfianza, a ver quién hay y qué puede decir en cada situación, acuda a su médico de cabecera. Padece usted este síndrome.
Encarnita, la madre de la novia, está padeciendo episodios agudos del síndrome del secreto. Ella intenta mantener la guardia y respetar los misterios, pero rara vez lo consigue:
-Esther, mira este peinado -mira a un lado... mira al otro..., ve al novio y disimula- te podrías poner tal como esta, el pelo suelto y alborotado. ¡Upps, ya se me escapó!.
-Mamá, que se está enterando José Carlos -le dice la novia.
-Perdón. Que digo yo que con este peinado -dice ahora muy muy bajito- te pegan mucho unos pendientes grandes. ¡Upps, otra vez he vuelto a equivocarme!
-Precioso mamá -se resigna la novia mientras piensa, cuando llegue septiembre, el novio sabe mejor que yo lo que voy a llevar.

Pero no es la única, otros familiares están acusando la presión. Tere, ha decidido no enseñarle nada ni siquiera a su marido y a su hijo, por si acaso. Prefiere curarse en salud y ocultarlo todo. Su marido, nuestro Titi, le implora una y otra vez algún detalle, pero ella se muestra firme y no cede ni lo más mínimo. ¡Qué grande es mi tía!
Este síndrome también afecta a los amigos y amigas de los novios, pero esta vez en su variante D (de despedida). Ya ha habido algunas bajas médicas causadas por el estrés acumulado de tanto mirar a un lado y a otro antes de hablar. Por ejemplo, el alimal economista. Lo intentó con empeño, pero no pudo soportar la presión de quedarse a solas una vez al trimestre con el novio -no penséis mal, es que le lleva los papeles- y cayó enfermo (Diego, todos esperamos que te recuperes pronto, ¡ánimo!).
Hay algunos que disimulan muy bien sus síntomas, pero los están padeciendo. Su gran verborrea traicionó a Cepi, el no quería, pero por su boca algo se escapó. Y hasta ahí podemos leer.
A todos los que nos conocen y que están notando algún síntoma, os damos las gracias y muchos ánimos. Ya queda menos, pronto no habrá secretos, todos nos miraremos con cariño, como siempre y no con cara de sospecha.
Los síntomas de esta extraña dolencia, se acentúan a medida que se aproxima la boda, pues hay más secretos y misterios. Si usted ha notado que, antes de hablar, mira a un lado , luego al otro con interés y desconfianza, a ver quién hay y qué puede decir en cada situación, acuda a su médico de cabecera. Padece usted este síndrome.
Encarnita, la madre de la novia, está padeciendo episodios agudos del síndrome del secreto. Ella intenta mantener la guardia y respetar los misterios, pero rara vez lo consigue:
-Esther, mira este peinado -mira a un lado... mira al otro..., ve al novio y disimula- te podrías poner tal como esta, el pelo suelto y alborotado. ¡Upps, ya se me escapó!.
-Mamá, que se está enterando José Carlos -le dice la novia.
-Perdón. Que digo yo que con este peinado -dice ahora muy muy bajito- te pegan mucho unos pendientes grandes. ¡Upps, otra vez he vuelto a equivocarme!
-Precioso mamá -se resigna la novia mientras piensa, cuando llegue septiembre, el novio sabe mejor que yo lo que voy a llevar.

Pero no es la única, otros familiares están acusando la presión. Tere, ha decidido no enseñarle nada ni siquiera a su marido y a su hijo, por si acaso. Prefiere curarse en salud y ocultarlo todo. Su marido, nuestro Titi, le implora una y otra vez algún detalle, pero ella se muestra firme y no cede ni lo más mínimo. ¡Qué grande es mi tía!
Este síndrome también afecta a los amigos y amigas de los novios, pero esta vez en su variante D (de despedida). Ya ha habido algunas bajas médicas causadas por el estrés acumulado de tanto mirar a un lado y a otro antes de hablar. Por ejemplo, el alimal economista. Lo intentó con empeño, pero no pudo soportar la presión de quedarse a solas una vez al trimestre con el novio -no penséis mal, es que le lleva los papeles- y cayó enfermo (Diego, todos esperamos que te recuperes pronto, ¡ánimo!).
Hay algunos que disimulan muy bien sus síntomas, pero los están padeciendo. Su gran verborrea traicionó a Cepi, el no quería, pero por su boca algo se escapó. Y hasta ahí podemos leer.
A todos los que nos conocen y que están notando algún síntoma, os damos las gracias y muchos ánimos. Ya queda menos, pronto no habrá secretos, todos nos miraremos con cariño, como siempre y no con cara de sospecha.
Estoy yendo a terapia 3 veces por semana... Es el mismo medico que me curo el "cumpleaños de mi abuela" es buenisimo!!
ResponderEliminarCada vez me gusta más este Blog... Felicidades por la INICIATIVA...
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