Como no podía ser de otra manera el sábado pasado quedamos algunos alimalillos para ir adelantando el tema de las vestimentas.
A la hora más temprana que puede quedar un alimal, entre las 12,00h-12,30h, el autobús empezó a recoger a los implicados. El ChEPI chofer recogió primero al novio, como debe ser. Posteriormente recogimos al Mella, señor puntual, buscando a esa hora de la mañana un buzón de correos amarillo en su patio pa echar una carta de averigua tú qué. Y así se llevó durante toda la ruta hasta casa de Diego, incluso, con la cabeza fuera de la ventanilla, como canguro en celo, gritando:
¡Por favor, ¿dónde hay un buzón de correoooooooos, un buzón amarillooooooooooooo?!!
La cosa se comenzó a animar, hasta el momento todo era normal, cuando llegamos a casa de Diego y nos recibió Diego-chacha, sin camiseta haciendo las tareas de la casa... bueno planchando.
Luego pudimos disfrutar del esquech de Diego Padre, donde me confundió con su hijo, pura anécdota frente a la recepción a porta gayola que nos hizo Diego.
En fin, en casa De los Reyes recogimos a Diego y a Elena...cuadro completo.
En cuanto llegamos al centro, Mella salió corriendo del coche buscando el famoso buzón amarillo de los jardines. Una vez completada la fase se incorporó a nuestro cometido. (Qué agustito nos quedamos tos!!) Elena también se nos perdió por el camino...grave problema para Diego, como se verá a continuación.
Cuando llegamos a la tienda de los alquileres, Mella ya venía con otro son: ¡quillo no me habéis disho que tenía que traer camisa...y los zapatos que me voy a poner...! No sabéis lo pesao que se puede poner el chaval, que por cierto ese día estuvo muy activo en anécdotas.
Bueno ¿quien es el primero en probarse?... Diego.

Sale vestido con el pantalón del chaqué y su camisa malvita que con tanto cariño había planchado hacía escasa una hora.
¿Por favor te puedes subir la portañuela? – le dijo el sastre-. Esto promete, pensé yo. Finalmente se probó el chaqué completo y eligió dos chalequillos de color, en los cuales no tenía muchas esperanzas, ya que Elena tendría que supervisar (a todo esto sin tener ni idea de qué color eran, pues de todos es conocido el problema de los matices de Diego). Mientras, ChEPIchófer, le tiraba los tejos al sastre y a su mujer: que si el color de chalequillo lo tengo elegido, que si albero, que si naranjita que si... bueno roneando un poco.
Le toca a CEPI. Se prueba su chaqué y a la primera... perfecto. El sastre tiene un ojo magnífico pa las tallas. Pero, oooooh, no hay chalequillo de albero de su talla, a elegir otro color. Realmente yo pensaba que nos cerraban la tienda y no habíamos terminado con los chaqués.
A todo esto se había unido otro alimal a la expedición, Ale (la 13.00).
Te toca Mella y él con su tema: hay que ver que no me habéis dicho ná de llevar camisa, y mira los zapatos que traigo... ¡que pesaíto!, menos mal que su acento gallegocatalanmadrilandaluz nos distraía un rato. Bueno finalmente, como a Diego le gusta mucho quedarse sin camiseta en los sitios, le cedió ésta a Mella para que se pudiera probar el chaqué. A to esto llega Elena, que sin haber entrado todavía en la tienda, ya sabia el color de los chalequillos de todos los invitados de la boda. No preguntadme cómo lo hace, porque ni ella es capaz de explicarlo. Obviamente Diego se dispuso a elegir de nuevo chalequillo.
Habíamos dejado a Mella en el vestidor poniéndose la camisa de Diego. En ese mismo instante, entra una señora muy señorona y sale un vozarrón del vestidor... ¡Diegoooo tienes sudaíto los sobacooos! Ya sé porqué somos Alimales, está claro. La señora nada más entrar, salió. ¡Qué vergüenza por dios!.
El sastre ya no sabía dónde meterse, estaba sobrepasado. Pero, a los diez segundos estaba enseñándole al Mella la colección de bolígrafos y plumas edición limitada para diabéticos, mientras el Mella le comentaba que él ya no escribe con pluma, que tiene un ordenador portátil y una secretaria que le redacta las cartas, pero que luego él las tiene que echar en el buzón de correos, el buzón amarillo.
El último en probarse fue Ale, decidido a alquilar solamente la levita, porque tiene la suerte de saber coser y se hace la ropa a medida. Fué el que mejor se portó, en 5 minutos estaba listo.
Una gran mañana, en la que la tienda de alquiler se quedó sin chalequillos de colores, descubrimos lo imprescindible que es comprarse camisas con largo especial de manga, y en la que aprendimos que los sobacos de Mella son sensibles al sudor de los sobacos de Diego. Además, para rematar nos fuimos a ver el piso de Mella y a tapear por las tabernitas de Triana en Dos Hermanas con el resto de la pandilla... GRAN DÍA.